miércoles, 5 de septiembre de 2007

Almudena

ALMUDENA
De azúcar y de sal es Almudena. Por la paz pelea ella. Su guerra interna le carcome la voz, esa voz tierna y clara que junto a su mirada suave van con ella. Almudena es su nombre, nombre gitano, de las costas de España. Es del mar su nombre, no ella.
La sabiduría de Almudena convierte el tiempo en secreto, e l aire en canción y la eternidad en un beso. Almudena es feliz al estar en lo alto de un monte, grita y ríe, gusta de aventarse y buscarse en el camino, libre se siente al exclamarse Almudena. No se nombra Greta, Lucia, Helena, se bautiza Almudena, virgen madrileña. De niña recuerda un cuento, cuento al fin, donde aparece ella, por tal razón decide sentirse, verse, vivir siendo Almudena. Lánguida y sufrida Almudena. Ella se vierte de un vaso de licor y cada media noche bebe del vientre del amor. Inhala la coca del placer, perfora a la luna y sus brazos le entrelaza.
Almudena se come a pedazos, por el sudor se desliza y comete locuras en las hendiduras de su piel.
Almudena muere sola con rosa de mano, manta blanca y colchón negro. Bajo su cama la muerte descansa. La muerte infinita y delicada.
Almudena muere frente a su muñeca alegre, entro yo, y sólo veo sus pies verdes.

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