miércoles, 5 de septiembre de 2007

DIBUJA MIS HERIDAS EN EL CIELO

DIBUJA MIS HERIDAS EN EL CIELO,
háblale de mi cicatriz al viento,
cuéntale de mi silla viuda
y de mis rotos huesos,
confíale mi secreto.

Escríbele de mi chopo de agua y de mi sauce de cristal,
de mis palabras altisonantes, de mis silencios,
de mi llanto sordo y de mi andar
cansado, de mis pies izquierdos y de mi cuarto azul.

Platícale de mi risa inconfundible, de mi diente roto,
de mi corta estatura, de mis zapatos de chabelo,
de mi camisa de franela, de mis pantuflas
como garras, de mi perra somnolienta, de mis collares
inventados y de mis ramos de flores como piedras.

Pero no le digas nunca que me hundo en abismos
de preguntas, que el sol nunca aparece por mi cuarto,
que quiero huir y no esperar nada, que quiero largarme
junto con esa noche estrellada.

No le digas nunca que una parte de mi cuerpo esta muerto,
que una parte mas pequeña se fue
con el águila para hablar de secretos
y verdades, que otra parte se quedo en el mar cantando
junto con las olas mentiras no tan dolorosas.

No le digas tampoco que experimentare
mi propio vuelo desde donde hierve el agua
y aprenderé a crecer al lado del viejo árbol llamado el Tule.

Mucho menos le digas que dormiré
eternas noches en Mitla: lugar de descanso.
A ella no le digas nunca que moriré
llorando por su ausencia.

Sólo dile que gritare su nombre
desde la montaña más alta, que le cantare una noche
junto al amanecer mas largo
y la ola mas grande.
Sólo dile que espere mi último canto.

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