LA RUTA SIN NOMBRE, LA VÍA DE LA PLATA
La ruta de la Plata ubicada en el noroeste de España, originalmente iba de sur a norte, porque era la forma en que se exportaban e importaban especies, ropa, joyas y alimentos, los cuales desembarcaban en el Río Guadalquivir en Sevilla y los llevaban por una ruta hecha por los primeros hombres, llamada ahora “La Ruta de la Plata” hasta Oviedo, el norte de España que colinda con el mar Cantábrico. De dicha ruta aún no se sabe el origen, algunos antropólogos suponen que los primeros hombres hicieron esta división siguiendo a los animales que cambiaban, según las estaciones, de hábitat y posteriormente el Imperio Romano tomando ya esta vía como modelo la hicieron como una ruta de transporte. En esta ocasión le invitaremos a dicha ruta pero de norte a sur, comenzando por Oviedo, frío Oviedo. Tomar carretera y llegar a Gijón, Gijón colorido y transparente igual que Cudillero, pequeño pueblo con tejados semejantes. Sentarse en una banca es lo recomendable para observar detenidamente el mar Cantábrico, caminar Gijón es una dulzura, comer comida exquisita, delicada, siempre en platos grandes y blancos casi transparentes. Espera la carretera para seguir, la ruta de la plata; llegar a León de color café jamás visto, seguir las conchas de bautismo plasmadas en el suelo que le llevarán a iglesias antiquísimas. Visite el museo contemporáneo, es de verdad una iniciación al arte, es explicarse a través de lo abstracto lo universal. Sigue la carretera esperando el llanto de los gitanos que invitan a gritar y a llorar con el eco marcado en las piedras que narran la historia. Brinde por Zamora y la casa del Mío Cid. Recuerde a Raponzel arriba de esas torres que nos dicen adiós sobre la carretera rumbo a Salamanca, la ciudad de cobre, porque al atardecer se observa amarillo quemado. Camine Salamanca, llegue a plaza mayor y atraviese el puente Tórmes y recuerde a Lazarillo guiado por un ciego, déjese llevar con el viento, encontrará la ciudad medieval y quedará maravillado con la catedral vieja y nueva de Salamanca, tome café con leche, un helado, una cerveza de barril, piérdase por los callejones que se pierden en su piel. Siga por carretera y disfrute los olivos, descubra a los cerdos ibéricos comiendo pasto, distinga a lo lejos los restos de ciudades medievales, árabes, romanas, vestigios de grandes civilizaciones. Pase por pequeños poblados como Cd. Rodrigo y La Alberca, continúe hasta llegar a Plasencia, camine sus calles empedradas porque se enamorará de ellas. Continúe por carretera para llegar a Cáceres y descubra restos romanos que ahí se encuentran, tome fotos del teatro romano. Reanude el viaje que la carretera le espera. Vaya a pequeños pueblos casi perdidos, pero no olvidados; encontrará paisajes de colores diferentes, verdes, cafés rojizos, tiendas y calles desiertas, no olvide tomar una foto de algún anciano con boina observando detenidamente la fuente de la plaza. España aplaude junto con el flamenco. Antes de asombrarse con más paisajes pase por Mérdia y descubra más riqueza arquitectónica milenaria. Vaya a Béjar, Zafra, pueblos en los que la gente se asoma tímidamente para observar al viajero y esconderse, los viejos contemplan la tarde, parecen pueblos de nadie, parece que las calles esperan al visitante. Su destino es Sevilla, déjese seducir por el llanto de los gitanos y el baile del sevillano, sienta la fuerza de la hembra seduciendo al macho, camine por calles angostas de y visite el castillo Mudéjar que es una maravilla. Recorra el río Guadalquivir y de noche camine por el malecón, déjese llevar por los rincones de Sevilla. Entre vino tinto o blanco, quesos, castillos, ciudades medievales, restos romanos y árabes, cigüeñas haciendo toc toc toc que despiden al comer, entre algún joven gitano que grita y llora y se queja con el alma, disfrute España porque es mucho más que eso. Disfrute la Vía de la plata, la ruta sin nombre, pero no por ello sin paisajes hermosos, contradictorios y asombrosos.
viernes, 25 de julio de 2008
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