viernes, 5 de febrero de 2010

“Deja que te hable de ayer,

día maravilloso e irrepetible

que ya nadie volverá a ver jamás

sobre la tierra”



En medio de fiordos y acantilados te pensaba.

De haber sabido tu nombre lo hubiese escrito

en lo alto de las montañas

entorpecidas por la bruma gris del paisaje.

Bajo la luna iluminando el mar lechoso

mi silencio y el tuyo entrelazaban secretos.


Escribo, cito, te pienso, te recuerdo, te venero.

Qué más puede hacerse después de conocerte,

después de ver rocío bajo tus ojos.



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