HA PERECIDO LA VIDA de aquel rosario de infinitas cuentas. Se decía que era bonito rezar con tan redondas guías espirituales y devotas almas de Dios.
A pasado tanto tiempo y ningún rosario parecido a sido tan igual, ninguno a vuelto a las manos regordetas y suaves de aquella anciana, ahora cubierta en vez de telas, tierra mojada y negra.
Ahora nadie a vuelto a saber nada de aquel rosario de madera, pareciera como si no debiera de existir más que en las manos de su dueña, de su ahora recordada dueña.
Rosario perfumado, en esta noche pequeña te invoco, te aclamo vuelvas al lado de aquel nítido cuerpo que grita por las noches, que suplica tu presencia. Vuelve con aquella anciana que divaga en pleno cementerio. Vuelve, porque no sabe hacer otra cosa más que correr, gritar y golpear cada lecho sagrado que se encuentra en el camino. Rosario te suplico no la dejes morir de nuevo bajo siete metros de tu ausencia.
martes, 4 de septiembre de 2007
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