miércoles, 22 de septiembre de 2010

Nunca me amó. Siempre lo dijo. No sé si agradecerlo o llamarle al rencor. No sé si recordarla o borrarla para siempre de mi vida. Aunque no es tan fácil como dicen. El olvido aún no llega, aún me ronda el recuerdo de la gente en el centro, de la poesía y de la pintura vista en la calle de Argentina.
Dice el libro de monstruos enfermos que la tristeza se quita poniéndose en posición fetal mientras se llora; pero nada, ya intenté todo, llorar de pie, dormir boca arriba, gritar bajo la lluvia
ENTROMICIÓN

Veo a una mujer llorar. Me da lástima. Ayer lloraba yo. No sé el porqué de su melancolía, pero me da tristeza. Escribe una carta y llama por teléfono, discute, él no llega, ella inmensa en el desconsuelo le reclama, él calla, él la humilla, ella soporta. Pelean, ella quiere tenerlo cerca, él se va para siempre y cuelga, ella pensativa se queda. Llora de nuevo. Comienza a llover, ella se queda bajo el agua sonora sollozando.
, decir mi nombre al revés o de día, cantar de madrugada, comer una iguana, acariciar a un perro, conseguir un dragón amigo, bailar bajo la luna, conseguir saliva de gato, hablar con un gigante, pero nada funciona, ella sigue rondando mi vida a pesar de todo. A pesar de mi gripe, de mi angustia, de mis amígdalas inexistentes, de mi páncreas morado. Sigue todo el tiempo murmurando en mi oído su nombre eterno.

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