Jessica Piedras le canta al erotismo nocturno, a esa sensación que se alarga como la sombra en plena media tarde, llega siempre para no quedarse, se despide lento y en silencio y jamás regresa. Toma la palabra con la que se nombra y la arroja al mediterráneo para que en diciembre llegue a la costa de Oaxaca y la reciba. Escribe de su muerte, esa que ya tuvo, le canta a las diosas que la acarician en pleno río Tarento y le hace el amor a la soledad dormida. Ella no es hechicera ni adivina, es constelación marina que se despide como las amantes, junto con el alba.
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I
Te contaré una historia de mil costillas rotas, de manzanas quebrantadas y de una mujer mutilada cuyo reflejo se veía en muros vacíos de cristal derribado.
Dos pies descalzos, sillas de ruedas, camas con espejos y perros andaluces sin pelo.
Bajo una cruz se encuentra esa mujer devastada.
Fue desterrada del paraíso por preguntar qué había un poco más allá, por pedir estar arriba, por hablar de manzanas que no hacían nada.
Con los pies desnudos camina sobre alfombras de mimbre y camas de arcilla, con las manos cubiertas deambula sobre cuerpos de seda, con los ojos cerrados viaja por cetros de luna y con humedades ajenas descansa por las noches no tan oscuras de luna llena.
Eva le dicen y Adán la tortura.
II
Eva le gritan los árboles que caminan por el mundo librándose de penas macilentas.
Eva le nombran mares oleajes mesurados.
Eva te nombro con esta boca que llena está de dardos blancos.
Eva le llaman los bosques que observan todo, que todo lo nombran y que todo lo saben, viejos sabios del Universo.
III
Adán es amedrentado por voces desnudas, quebrantos ajenos y súplicas dolorosas.
Adán, el mismo que se mueve por hilos invisibles, que habla de una boca que no es la suya.
Adán desaliñado, continuamente perturbado por alas de ángeles que no vuelan, que son terrenales, maliciosos y que no podrían nunca llegar al cielo.
Adán destrozado llora en las noches por la muerte de su padre.
Adán y Edipo son los mismos, los dos ciegos ante el destino escrito, los dos con vidente al lado para que éste rija sus pasos, los dos con coros de mentiras que hablan a voz en grito de mentiras bien escritas.
Edipo amaste a tu madre y decidiste matar a tu padre con palabras llenas de veneno, culparon a mujeres inocentes, a sueños mal nacidos, a manos agitadas por hilos cristalinos.
IV
Eva, dijeron que nadie podía nombrarte, sólo Adán, tu dueño, tu señor, tu amor cortés.
Eva, no hagas caso nunca a voces impalpables, a gritos que no se nombran con ojos abiertos y caras descubiertas.
Desnúdate siempre de noche, hazlo sola, escucha la nada y baila con brujas que saben de atracción. Canta sobre aquello que tu bien conoces, ilumina tu cueva y saborea diferentes amores.
No serás nunca de nadie, tu piel bizantina probará diferentes vinos y seducirá extensos olores.
La desnudez de tu alma será tu coraza para librar fuertes vientos de suciedad.
Mujer caña, mujer venado no temas jamás a los relámpagos que surgen de la tierra. No creas nunca las profecías que hablan de dolor injustificado.
Sólo desnúdate mujer frente a mí, hazlo sólo al menos una vez, muévete lento, tan lento como la tortuga marina antes de llegar al mar. Quiero probar al menos una vez tu piel salada y comerme entonces tus ojos claros sin decir palabra alguna.
Nunca nadie dijo que yo no te movería como pieza de ajedrez.
V
Ahora tan sólo se comentan las ruinas de personajes ermitaños y desiertos.
Ruinas conmovidas por el fuego que canta sólo para aquella daga que no culminó su muerte en pleno vuelo.
Ruinas intranquilas por el llanto del tigre, que blanco pintó el cielo esa tarde en la que tu paso manchó el camino andado por el señor de aquella ceiba.
Ruinas perturbadas por el andar del águila cuyo sonido solitario hizo bailar a los cuatro vientos que invitados estaban ese equinoccio.
Ruinas agitadas por el ojo perdido del venado que colgaban del cuello del árbol cabizbajo.
Ruina torturada es ahora la casa que nadie habitó aquel verano en el que lloviznas visitaban a la noche.
VI
Personajes
Caen en túneles de luto
sin fondo
Con almas en pena
sin rostro
Con gritos de ayuda
sin nombre
Cargan demasiado su vida
Personaje
Quítate esa lápida del cuerpo
que tu ropa no sea cantera
que tus zapatos no te queden grandes
Personajes
Escamas en su cuerpo tienen
como miedos.
Personaje
Rasúrate por la mañana
aunque sangres
Entiérrate con piedras
para que te nombren.
VII
¿Porqué esperas cantarle
a la carroña que no salvas?
¿Porqué sigues creyendo que sólo tu voz canta?
No. No le faltas a la sombra enmohecida.
Nadie te ampara.
Atrévete a escarbar la carne propia
hasta que sangres,
hasta ver el blanco luminoso de los huesos,
hasta que encuentres nada.
Remueve ideas que telarañas resguardan.
Hurga y pregúntale a las fotos amarillentas:
si ese que vez ahí eres el mismo que ya no eres,
eres el mismo que nunca estuvo.
Mientras más escarbes ansias crecerán más fuerte.
Indaga en libros de historia
y veras que fuiste carne de cañón.
Sigues siendo la maleza podrida que nadie quiso.
Ese ángel que yo expulsé de todo paraíso.
Ese, al que olas escupieron a su regreso.
VIII
Hay canteras en tu espalda que no las erosiona
el viento
Hay una soga en tu cuello
lista para ser usada
Hay candados en tus pies y la llave
está olvidada
Hay una pistola en tu cabeza que sólo
espera gritar su llanto.
Hay bocas que envenenan con un beso,
pasos indulgentes a la sombra
que no se queda.
No te dejes nunca usar por el titiritero de la vida
rompe ya los hilos que te atan
a la cruz que él maneja.
Rompe ya el guión escrito
para que sigas siendo usado.
Invéntate una vida y sé personaje lúdico
en ella.
IX
Las piedras son las únicas
que conocen a los muertos
y los muertos son los únicos
que conocen a las piedras.
Atrévete entonces a enterrarte vivo,
a ser carnada del gusano ahíto,
a ser féretro de lujo.
Atrévete a enterrarte vivo
y gritar que ya estas muerto.
X
Una gota de sangre me impide que grite
una gota de sangre cae por mi cuerpo
un puño de sangre tengo en la boca y sólo digo:
¡Ya no puedo!
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¡Ya no puedo!
dice el Creador
¡Ya no puedo!
dice tu madre agonizante en una esquina
¡Ya no puedo!
dice el amante de Jesús
que llagas tiene en las heridas
¡Ya no puedo!
dice balbuceando el suicida melancólico
¡Ya no puedo!
dice esta ciudad que se hunde
en los recuerdos
¡Ya no puedo!
dice el solitario que busca amor
y encuentra heridas
¡Ya no puedo!
Dice tu padre que exigencias trae en las costillas
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Desesperada está la muerte,
Sola se encuentra en algún ventanal
de la euforia nocturna.
Navega mi cuerpo entre sombras de agua
Lleva de bandera al sordo viento
Inmaculada tengo el habla
Féretro blanco es mi balsa.
Damas blancas vuelan sobre
mi cama anunciando sorpresiva llegada,
Contemplan el alba aniquilante dentro de mi boca,
Interfieren en posible mártir sucesión.
Peregrinos salen del asfalto amoratado
lleno de luces blanquecinas
y esmeraldas.
Pedazos de cada uno de nosotros somos,
Infierno ambiguo que delata una mirada
trae la extraña mañana que continuamente vive
en caminos desolados.
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SECA Y MUDA SE QUEDÓ AQUELLA MONTAÑA
en que palomas mensajeras cantaron dolorosamente,
los árboles se abrieron, piedras y astros se abrazaron.
El mundo se cae de los ojos.
No viene el viento, no, no viene,
le designo, le nombro, le suplico.
Nada, no, no viene.
Seca y muda se quedó aquella montaña
en que palomas mensajeras cantaron dolorosamente,
ríos de sangre corrieron, lamentos de matronas se escucharon.
No viene el viento, no, no viene,
le clamo, le rezo, le imploro.
Nada, no, no viene.
El mundo se queda mudo.
El mundo se queda afónico.
Nada, nada para que no mueras ahogado en este mar de silencios.
Seca y muda se quedó aquella montaña
en que palomas mensajeras cantaron dolorosamente,
los días oscurecieron, la muerte reinó en la bola de cristal.
Tu madre pagó para matar a tu padre.
Tú, por accidente vives y aproximadamente existes.
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DE-SIERTAS VOCES calladas hablaré este día. De ciertas mujeres se habla desde hace diez años, de ciertos pasos acallados se murmura entre sábanas blancas de luto, de ciertos cuerpos mutilados se calla desde entonces.
Desierto, escenario perfecto para que el silencio ronde, para que las paredes grandes y huecas guarden el secreto, maldito secreto que incapacita la vida eterna de la risa, maldito secreto que no dejó caminar más a mi vecina que yace muerta y enterrada tres metros bajo tierra.
Desierto.
Ya no digo más porque el silencio ronda.
iai
iei
Sonido que evoca siempre el canto de la muerte
solitaria, melancólica y eterna viajera pensativa.
iei
uai
Canto de sirenas muertas, desérticas viajeras. Canto de cuervos, cementerio de ciegos.
Sonido del viento que sabe secretos.
Desierto, escenario perfecto para que el silencio ronde.
Disimulados gritos, disfrazados golpes, heridas profundas, íntimos verdugos.
iai
iei
Cuerpo desnudo, lacerado y perdido
Heridas descubiertas impregnadas
de silencio acalorado
Desgarradores gritos y golpes cenizos
Lugar encantado
repleto de feroces carniceros
Lugar perturbado
Electricidad seca que esconde sangre derramada
por la esperanza deshecha
Manto blanco salpicado de sangre ufana
Espinas tejidas en corazones señalados
Mentiras crucificadas como verdades.
iai
iei
uai
ieu
¡Silencio!
Ronda el silencio.
¡Silencio!
Ronda el miedo.
¡Silencio!
Permanece la muerte vagabunda por el desierto olvidado.
¡Silencio!
La Piedad grita.
¡Silencio!
Que pide ayuda.
¡Silencio!
Que muere lento.
¡Silencio!
Que la estoy matando.
iai
iei
uai
ieu
Las piedras son las únicas
que conocen a los muertos
y los muertos son los únicos
que conocen a las piedras.
Atrévete entonces a enterrarte vivo,
a ser carnada del gusano muerto,
a ser féretro de lujo.
Atrévete a enterrarte vivo
y gritar que ya estas hambriento.
iai
iei
uai
Una gota de sangre me impide que grite
una gota de sangre cae por mi cuerpo
un puño de sangre tengo en la boca y sólo digo:
¡Ya no puedo!
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NASAUA, NASAUA. Primer palabra que menciono al despertar de la quietud completa de los sueños al volar. No tires de la soga del cuello todavía, No tires de ella, Yo lo haré cuando el capitán del barco muera, Cuando su séptima vida se termine, Cuando las casas del rosario sean mencionadas hasta la eternidad, Cuando la última virgen muera a palos, Cuando llegue a Madrid por casualidad. Nasao, Nasao. Segunda palabra que repito cuando muero, Tercer movimiento de la orquesta solitaria, Pequeño disparate del pibe en crecimiento, Último espasmo del suicida melancólico. Naso, Naso. Se acaba la voz que repite mi presencia. No alcanzo a escuchar mi risa tonta, mi eco inoportuno, Nas, Nas. En esta gran ciudad caigo inútilmente sin paracaídas. Na, Na. He caído. No soy suicida pero he caído. He muerto sin darme cuenta.
BESO ORIENTAL Reloj de arena Matices al desnudo Primera frase último grito Planta carnívora pantano prohibido Inagotable manantial efímera agonía Ansiedad aparcar trastorno ceguera volver la cabeza balbucear No me es necesario escucharte decir dolor abandono gemir viscosidad sin olor Somnolencia sueño Muero Me muero Llega el momento de decidir y si despierto y muero y si vivo y muero Envolver la herida en un pañuelo y si fuese ciega No te veo nada nada nada no veo nada Perpleja por que no te veo Ayer soñé que estaba muerta ayer soñé que estaba ciega ayer soñé que no existía Pueril lánguida huesos tiernos tatuada sin piedad Ayer soñé que era niña ayer soñé que dormía ayer soñé que estaba muerta ayer soñé que estaba ciega ayer soñé que era muda ayer soñé que no existía ayer soñé ayer ayer ayer Primera frase último grito sólo era un sueño
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CARACOLES QUE CORREN Y AVANZAN SIN TRECHO. Tengo silencios como todo caracol, soy lenta, sordomuda e impaciente en el amor como todo caracol, como poco como todo caracol, amo con agua, aparezco con la lluvia como todo caracol, vivo en lo verde como todo caracol, he pecado, me he arrastrado como todo caracol, hay cosas que son mas fuertes como le parecen a todo caracol, no creo en Dios y tengo miedos como todo caracol, olvido y a veces no tengo fuerzas como todo caracol, las horas son piedras como las de todo caracol, tengo barbas compuestas por barro como las de todo caracol. El caracol no tiene tiempo como yo, el caracol se gasta igual que yo, el caracol no duerme igual que yo, el caracol avanza y retrocede igual que yo, el caracol muere a cada paso igual que yo, el caracol llora sin decir nombres ni dar razones igual que yo, el caracol se culpa por pasos no dados igual que yo, el caracol muerde su espejismo alucinado igual que yo, el caracol tiene un peso sobre él al nacer igual que yo, el caracol no puede voltear hacia atrás igual que yo, el caracol decide seguir sin retroceso igual que yo lo decidiré a su debido tiempo, el caracol tiene una corta vida igual que yo al terminar de escribir esto.
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EL TIEMPO ES EL HACEDOR de un recuerdo acompañándolo también el silencio, la quimera errabunda, el sueño y rara vez, pero muy rara vez el viejo y cansado entusiasmo. Siendo así tan sólo un murmullo salvaje aquella pelota de plástico con la que jugaba de niña en mi calle llamada azucena. De igual manera evoco con gran frecuencia la magia de la lluvia que provocó, al caer en mis manos pequeñas y frías, olvidarme de aquel desierto fugaz, que no hacía otra cosa mas que empañar el espejo de mi corta, pero tatuada existencia. Podría decir incluso que la luna y el reloj han sido tolerantes conmigo, porque al pasar diario por el laberinto cansado de mi cuerpo no he encontrado mas que una oreja roja, un zapato viejo, un violonchelo roto, saliva de color azul y definitivamente una mujer llamada salud extraviada desde hace unos veinte años, convirtiéndome así cada noche en un animal moribundo lleno de luz, que tan sólo puede observar un vitral negro, en donde paradójicamente se esconde una paloma, un caracol, un monte y un camino por el cual algún día, cansada de hacer viajes al interior de mi ser, regresaré a casa, olvidando aquella pequeña aguja instalada en mis fantasías por la mismísima parca, olvidando también que mi alma se hizo picadillo, mi ser basura y mi cabeza sangre, refiriéndome al poco líquido vital que queda en el cuerpo decadente que soy, que he sido y aunque he intentado cambiar el rumbo de mi vida andando entre cantina y canchas repletas de hierba amoratada, porque sé bien que no viene al caso pero entre el tenis y mi padre golfista, el trayecto de mis pasos no han sido muy delineados. Así que por el día de hoy termino este intento de poesía, convirtiéndose después en confesiones de mi entrañable amiga de nombre soledad.
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EL DÍA QUE MUERA acariciaré mi tumba, sacudiré la tierra, mojaré mi cabeza, diré mi nombre, enmarcaré una estrofa de la última canción escuchada, sembraré el puñal que taló mi corazón, diré tu nombre sonriendo, soplaré al trigo para que éste me despida, me taparé los ojos lentamente para no llevarme por descuido ninguna mirada, coceré mis labios para escuchar el silencio de mi eterna muerte, secaré mi frente para que mis ideas eternas no se evaporen, me pondré una pluma entre los dedos para dibujarme alas, regaré mis pasos en el campo santo para mi regreso, volará mi alma para seguir oliendo el perfume del ocaso, pero no. No velaré mi cuerpo, no llevaré flores, ni coronas, no diré oraciones, no me visitaré el día de los muertos, no me dedicaré una misa, no me aventaré el primer puño de tierra, no velaré mi cuerpo, no prenderé velas, no me verá nadie en mi ataúd, no pediré un rosario para que mi alma descanse, no me vestirán de gala para la despedida, no habrá música en vivo, no habrá caravanas siguiendo mi cuerpo, no lloraré sobre mi lecho eterno, no me enterraré gritando plegarias al cielo, no levantaré ofrendas para recordarme, no pediré una misa cada año, no venderé mi cuerpo a perpetuidad, no habrá una placa sobre mi lecho eterno, no caminaré hacia el cielo por esa escalera invisible que aparece siempre cuando te despides de la tierra, no caminaré por el corredor de la casa despidiéndome de los muros parlantes y viejos que fueron mis amantes, no buscaré en mi ataúd la llave para huir de mi muerte, no me llevaré al panteón mas cercano ni más lujoso, no buscaré en mi fosa la llave para huir de mi muerte, no pediré que ningún médico constate mi partida, no permitiré que nadie insulte mi cuerpo desnudo, no me lloraré en el camino ni sangrarán mis heridas ya olvidadas. Sólo acariciaré mi tumba, sacudiré la tierra, mojaré mi cabeza, diré mi nombre, enmarcaré una estrofa de la última canción escuchada, sembraré el puñal que taló mi corazón, diré tu nombre sonriendo, soplaré al trigo para que éste me despida, escribiré el último verso, me taparé los ojos lentamente para no llevarme por descuido ninguna mirada, coceré mis labios para escuchar el silencio de mi eterna muerte, secaré mi frente para que mis ideas eternas no se evaporen, me pondré una pluma entre los dedos para dibujarme alas, regaré mis pasos en el campo santo para mi regreso, volará mi alma para seguir oliendo el perfume del ocaso y alimentaré mi voz para cantar siempre con la melodía sepultada del mausoleo. Regresare entonces con el movimiento del sauce y el jugueteo eterno del viento para decir de nuevo sonriendo tu nombre.
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SE SABÍA LA LLEGADA DE EMPLUMADOS DIOSES Desérticos orientes Nadie dijo lo que ya sabían Doce días antes se escuchó un bramido Cuatro silencios perdidos deambulaban por el suelo Diez llamadas intervenían en tu muerte Diez posibles peldaños tendrías que subir para tu exilio Escapa de esta ciudad de fósiles Aléjate del desierto olvidado Camina ahora por el río que bien sabe tu nombre. Guarda en silencio lo que ya conoces Muere junto con el sol a media tarde Vuelve dentro de veintiocho lunas para que descanses No regreses jamás a esta ciudad perdida a este nicho sin hoguera a esta campana sin mejilla a este casco sin hacienda No regreses jamás a este palacio de faros fundidos De atalayas que entran al cielo y mueren ardientes de deseo. ¡Escúchame! Escucha esta voz enmudecida por el canto del ruiseñor perdido Escucha estas manos suplicantes que ruegan por tu sereno vuelo y tu quieto sueño. Abandona esta selva de nombres que no se nombran de anónimos que asaltan la quietud de la pantera sigilosa de manzanas que carcomen la sangre y fragmentan costillas recién pulidas recién limadas. Líbrate señor mío de cruces teñidas de saliva enfurecida de mantas sucias dispuestas a ser benditas Retírate antes de las siete caídas en el camino perdido Escóndete para que no encuentren rastro tuyo Corre hasta que el aliento se evapore Huye hasta que la sangre hierva ¡Hazlo! O morirás y tu alma estará perdida Olvida eso que se sabe y que no se dice olvida lo que ya está escrito en el pergamino de la vida olvida los doce días los cuatro silencios las diez llamadas los diez peldaños. Olvida lo que tu padre dijo una noche de luna llena Olvida lo que tu madre tatuó en brazos y piernas ¡Olvídalo! si quieres esfumarte y hallarte tranquilo en cien años ¡Olvídalo!
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NEBLINA CUBIERTA DE SOMBRAS,
visión imaginaria del sol,
colores sombríos observo tras el recuerdo,
perpleja la mirada está en algún sitio,
inmóvil se queda,
llena de asombro por una visión blanquecina,
por una imagen fantasmal.
Nada ha pasado tras el camino
que ahora existe infeliz
en esta noche.
Busco entre mi sombra
lo que no encuentro en mis manos,
la piso diario como reproche,
le demando que me hable.
Aún no encuentro palabras
para reclamarle que soy un idioma sin sentido.
Mis párpados me aturden ahora
que el cíclope nocturno ha llegado
a este laberinto de tinieblas.
Sigo acorralada entre líneas yuxtapuestas,
entre caminos cortados que van a ninguna parte.
Sigo mutilando a las palabras dichas,
prefiero escuchar el silencio.
El duelo de miradas es más pesado a cada hora.
El viento prefiere evadir mi derrota.
No soporta mi caída y pide tiempo
por un tiempo no vivido.
Mística es la palabra no dicha,
legendaria es la palabra que descifra.
Sigue sangrando mi sombra y le sigo
pisando a cada hora.
Las voces no mueren con el día
ni se evaporan con el miedo,
la fuerza llega a ellas
con alucinaciones fúnebres
en medio de explosiones lentas.
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HA PERECIDO LA VIDA de aquel rosario de infinitas cuentas. Se decía que era bonito rezar con tan redondas guías espirituales y devotas almas de Dios. A pasado tanto tiempo y ningún rosario parecido a sido tan igual, ninguno a vuelto a las manos regordetas y suaves de aquella anciana, ahora cubierta en vez de telas, tierra mojada y negra. Ahora nadie a vuelto a saber nada de aquel rosario de madera, pareciera como si no debiera de existir más que en las manos de su dueña, de su ahora recordada dueña. Rosario perfumado, en esta noche pequeña te invoco, te aclamo vuelvas al lado de aquel nítido cuerpo que grita por las noches, que suplica tu presencia. Vuelve con aquella anciana que divaga en pleno cementerio. Vuelve, porque no sabe hacer otra cosa más que correr, gritar y golpear cada lecho sagrado que se encuentra en el camino. Rosario te suplico no la dejes morir de nuevo bajo siete metros de tu ausencia.
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HUELE A TIERRA MOJADA mi cuerpo Huele a yeso fresco mi ataúd Sabe a durazno seco mi vientre abierto Sabe a café mal hervido mi saliva tardía Se ve mi caminar como una tormenta perpendicular Se ven mis palabras como un árbol recién talado Se oyen las campanas de mis ojos como aquel aullido roto Se oyen mis pasos como recién nacido ternero Siento la sangre que cae del cielo como aquel chorro de agua que caía de la llave cuando no alcanzaban mis manos tocar el techo Siento el lodo en mis ojos ahora que camino ciega por el mundo Siento ahora la tierra mojada remover lunares alcoholizados de temores. Siento, escucho, observo, saboreo, huelo, Es lo que debes hacer antes de dormir para siempre, antes de despedirte de aquella noche que no es tan solitaria, antes de saludar una vez mas al sol tímido que se esconde cuando quieres mirarlo, antes de darle la bienvenida a un mundo no tan oscuro como las alcantarillas, como tu ropero, como debajo de las cobijas cuando estas sellan tu lecho tranquilo, antes de darle la mano a algo no tan desconocido como aquella luna llamada "Casacatum", antes de decirle que sí en la iglesia de lo eterno a la mujer sin rostro, sin nombre, sin cuerpo, sin nada, que solo tiene una petición y la esperanza de ser aceptada para perderse en el olvido contigo. Siente, escucha, observa, saborea, Huele a tierra mojada mi pueblo.
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CAMINO RUMBO AL DESÉRTICO teatro cotidiano y redacto la mejor carta que jamás pudiese haberte escrito (lo hago solamente en la mirada). En ella invoco a toda palabra que me ayude a definir lo que siento. En ella pongo con detalles imperfectos y claros el escalofrío que haces sentir a este cuerpo, a estas manos, a este vientre. Sin embargo, al intentar escribirlos ahora de noche y de luna llena no lo concibo, solo emano un suspiro como todos los que he tenido, profundo pero llano. Te pierdo por las noches y te recupero al día siguiente. Quiero hablar contigo de todo y de nada, arreglar el mundo en tu sala y descomponerlo en tu cama. Te extrañan estos días desiertos, estas horas aladas, estos minutos tardíos. Invade mi cama tu recuerdo, Tu ropa desnuda en mi almohada, Tus gestos en mil palabras. Extraño lo frío de tu vientre, tu mirada intensa y tus besos tiernos. Oculto tu caricia detrás de mi cuello. Soporto el vértigo de tu ombligo en mis recuerdos y saboreo el último beso. No soporto más el vacío en mis dedos, Aniquilo al frío que aleja mi olor de tu pelo. Grito de nuevo tu nombre al vacío, Te escucho del lado oculto del ocre. Observo la investidura de tu viaje y me encuentro con tu sueño. En toda visión sonámbula te encuentras, Detrás de mis miedos nocturnos te platico de pasajes turbios del pasado, Tengo la valentía de darte la mano y emprender el viaje a lo callado. Ahora te presiento con la luna blanquecina, que despierta junto al manto negro de mi sueño.
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ERES MI AMADA. Me regalas tu aliento y movimiento. Jamás imagine sensualidad parecida en un cuerpo. Ocasionalmente dibujaba tu persona pero nunca sospeche siquiera tenerte enfrente. Eres mi paisaje y trazo tu figura como si esta fuera mi mundo descubierto. Hoy te veo y vuelo sin dejar de saborearte. Eres parte de mi voz insospechada. Abogas tierra y libertad en mis curvas imperfectas. Eres el bálsamo que me acompaña siempre, el kerosén necesario para levantarme de la intemperie. Indicas el camino predilecto de tus poros abiertos a mis gestos inagotables. Mi amada serás por siempre. Debajo de mi cuerpo estarás eternamente, sobre mi sudor fecundado y mi caminar cansado. Imposible será no soñarte sobre mi cubierta. Haces los tres movimientos básicos de una pieza: Allegro, Adagio y Allegro con brío. La soledad ya no tiene cabida en esta corteza que lleva mi nombre. La lentitud del día se ha vuelto canción y la luna dejó de ser un personaje errante. Te amaré a perpetuidad como en los panteones y a los siete años haré hasta lo imposible por que no te saquen de mi tumba. Amada, te juró amor eterno. Tezontles escucharé cada mañana que pases a mi lado, invocaré a las extrañas flores para que degusten a tu olfato y buscaré al mejor aire para que satisfaga a tu oído. Mi amada te nombro sin tu permiso, te conjuro al grado de ser intrusa e indiscreta. Eres parte ya de mi altar secreto y cada tres horas digo sonriendo tu nombre. Dejo en su lugar al gato incandescente y te invito a mi calor. Hurto a escondidas tu deseo sin que pise el antílope la desgracia de mi suerte, pero que suerte la mía, te percibo al repasar mi vida. Ya no habla mi amor, la soledad. -La neblina me fatiga y el mundo me descansa, me ha olvidado porque no escuchó tu bella voz. -Sabes mirarme y sabes cantarme. -Mi piel te llama y mi nostalgia dice conocerte de hace tiempo. Migo es feliz al dormir contigo y yo soy completamente infeliz al no descansar debajo de tus ramas protectoras de los malos sueños. -Eres además arco iris, eres parte de mi canto, un colibrí que viene a mí cada diecisiete días, un recuerdo continuo, mi almohada que me ayuda a dormir, eres azul, eres parte del Edén perdido de mi nebuloso aguacero. Serás mi capullo y después mi mariposa, cada segundo revolotearas tus alas en mis palmas y el cielo se abrirá como lo predije el día en que por vez primera te vi. Serás mi princesa, mi hermosa enamorada que me hará sentir frío el día del amor, del eterno amor, que es hoy. Omito mi nombre para que sólo tus labios lo mencionen.
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QUÉ NO DARÍA YO POR ESCUCHARTE, por calmarte, por dibujarte, por sostener tu amargo letargo a las seis de la mañana y después sonreírte, para así aplacar la sangre derramada de tus poros abiertos y murmurarte a los ojos que no pasará nada, que el mundo se acabará hasta después de tu vuelo, que tendremos fuerzas suficientes para que no nos derrote la falta de un beso y que soplará un ciclón de respuestas inesperadas en nuestro sino, derribando así la puerta desgarradora de la soledad en turno. Aún de no tenerte, te invito a mi cama azul para que descanses, para que me sostengas y sientas el vertiginoso ruido del soñar despierta, para que grites tu afanoso espanto y así puedas cantar de nuevo. Bella mujer de nombre eterno. Feliz te espero, impaciente en el suelo. Contamíname, pero no con la oscuridad del infierno, sino con tu baile intenso, con tu mirada semiabierta y tu misterio virginal. Musa eterna, Cleopatra dormida te invoco, te conjuro en mi silencio para adivinarte luego. Mujer de plata delirante, tatuada te encuentras en mi selva.
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SÓLO VIENEN A MI MENTE tus caderas enfermizas que me contagian de todo lo que padeces. Siento solamente tu mirada a cuestas seduciéndome poro a poro. Escucho tu cantar luminoso de gloria absoluta en el cual pierdo control de mis temores. Quisiera tenerte para siempre mientras una voz solitaria me retumba que serás la mujer que no tendré. A la que buscaré en las hojas secas de otoño y en el mar inmenso, el cual no conozco. Algo me dice que debo memorizarte para no perderte en la penumbra de mis sueños. Esa voz susurrante me llena los ojos cuando señala a la inoportuna soledad y a la flaqueza en turno. Como siempre, la palabra verdadera la dirá el tiempo, por el momento sólo habla la incertidumbre de las estrellas, lo frío de tu sala y la investidura de tu cama. Por el momento deja gritar a mi felicidad como si ésta fuera la portavoz de mis curvas imperfectas, deja hablar a lo frío de mis manos como si éste fuera el mandamás de mi enmarañada cofradía. Por último te hablará mi ataúd envuelto de secretos mutilados, dispuestos a ser tuyos en la cuna de mimbre, en donde serás la única ola, mostrándome la inmensidad de un lecho delirante, mostrándome también las mil posturas de la muerte viva.
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MUEBLES QUE HACEN RUIDO esperan impacientes tu regreso. Arreglado todo está para que tu llegues tranquila sin que pises nada. Han venido siete gatos hasta tu cama. El tiempo anuncia tu fatiga. El café que ya no podrás tomar se arrepiente, tiene culpas que llevan tu nombre. Llueve granizo e inunda lo blanco de tu bata. Por vez primera te escribo siete renglones que dicen nada. Te regalo mi palabra para que me nombres. Te doy el paisaje que tienes esta noche frente a tu cama. Te nombro en medio de mi sueño. Yo soy esa piedra que te han sacado. Yo soy esa calentura que te han quitado. Yo fui esa sangre que se evaporó antes de ser concebida. Madre, ahora que te busco por todas partes. Ahora que estoy tan fría igual que tu casa. Ahora que mi perra anhela tu caricia. Ahora que me haces tanta falta, solo te escribo.
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ESCRIBO ESTA CARTA en la que espero encuentres el paraíso y te despidas de la nebulosa inquietud de caminar sin la luz de tu mirada. No pondré remitente para que así imagines el nombre del personaje que de tu gusto emane, e incluso espero que reinventes el momento en que la recibas para que sea mucho más misterioso y algarábico este papel amarillento, cosa que tal vez no percibas al recibirla de mis ramas secas por un otoño interminable. No quiero parecer mortalmente melancólica, sólo que he estado un poco ensimismada en una ciudad fría y solitaria, y por lo tanto he tenido la necesidad de escribirte y de sentirte en mis pesados recuerdos, en los que de nuevo siento tu sudor recorriendo mis ramas secas que reverdecen al mojarse con tu salada agua. Cantarte quiero ahora que en una luna menguante me encuentro, regar tus cabellos con mil palabras para que estos me recuerden. Acariciar quiero tus largas piernas de cedro y beber de tus dos soles que guían tu iluminado cuerpo todas las noches. Ahora llevo colgado a mi cuello un rosario que lleva tu nombre, me sirve de guía al internarme en el río lleno de nubes del que no regresaré hasta la próxima eternidad. Firmo este pedazo de piel con mis labios que te llaman en silencio por temor a que les escuches y no les veas, sólo firmo con las comisuras de una boca interminable en la que sólo caben tus dos nombres, uno místico y el otro ensimismado en mis dientes no tan blancos como los tuyos, ni tan perfectos como tus tres lunares que hacen de tu sexo hecho boca, un triángulo perfecto en el que me perdí una noche para siempre. Esta carta sólo es para darte la última parte de mi corazón lleno de arterias, que son como caminos de asfalto mojado que me invitan en cada parpadeo a tu selva mojada por mi recuerdo y a esa rampa que llega hasta el infinito, que empieza en tus nalgas y termina en tu cuello. Esta carta compleja es también para nombrarte a las tres de la mañana de cada vigésimo día de este milenio y es para navegar en tus brazos tersos y terminar en la curvatura de tus uñas que se parece tanto a la alberca de tu ombligo, asterisco único que divide tu piel desnuda, que es mi guía invidente rumbo al camino de tu sexo y la cascada que nace de este me lleva casi ahogándome hasta tus muslos, y estos me avientan hasta el arco de tus pies en donde grito de nuevo tu nombre a las seis de la mañana en que me despierto jadeante por tu deseo. Esta carta sólo espera impaciente la llegada de tu lengua a mi boca, a esta boca que se plasma al ocaso de estas imágenes que me vienen cada vez que me abrazan las sabanas frías y malas amantes que tengo como cobijas. Espera mi cuerpo impaciente tu calor, tu noche, tu amor, tu aliento, tu tacto, tus sonidos al amar, tu piel térmica, tus versos. Esperan mis ramas, mis gritos, mi sudor, estar pronto, muy pronto cerca de ti. No firmo con mi nombre por temor a que lo olvides al terminar de nombrarlo. Firmo con mi aliento que llevarás con tu piel hasta tus últimos días, hasta el último escalofrío que dé tu bello cuerpo en el momento que decidas navegar a la eternidad de la nada, hasta ese momento mi aliento te acompañará y se esfumará contigo. En luna creciente me encuentro En luna menguante muero y en ti
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MUSA INCAUTA bajo mi talle semiabierto Rieles desconocidos bajo mi sexo inerte Le rezo al dios sumergido en el asfalto Contemplo criaturas enormes sobre pedestales descubiertos Mujer inaccesible te haz vuelto Canta conmigo compañera del olvido Canta para olvidar lo vivido para levantar el vuelo a la montaña sagrada Levanta tus ojos sangra la miseria descubierta Se hará tu voluntad aquí en la tierra mujer bendita entre todas las mujeres Nada se ha perdido quedan los ríos bajo tu delirio Quedan pasiones como lazos durmientes quedan cigarras bajo la tierra Sobrevivientes somos que trabajan para el mundo Cantamos bailamos y cantamos entre el campo desierto de ilusiones Diosa bendita que haz dicho sonriendo mi nombre Llevaré mi barca a tu ombligo centro inmutable de resurrección gloriosa Oficio es tejer poros abiertos de tu piel inmensa Se va mi vida en tus remolinos callejeros: enredaderas parlantes que llegan hasta tus tobillos Seducen miradas perdidas que olvidan prejuicios sobre perturbaciones milagrosas Diosa milenaria Callas al mundo con tu sonrisa a tiempo con tu mirar meditabundo con tus ademanes moribundos Cambiante como el viento del norte como la brisa marina y las lluvias en el desierto Camino disparejo angustia quieta llanto seco Callas y mueres sonríes y duermes Antes de dormir eternamente engendro pequeña oración: Diosa eterna ruega por nosotros Musa cavilante llena eres de gracia ruega por nosotros Mujer manantial Fuente de hermosura Mujer montaña Reina del mundo Mujer colibrí Reina del cielo Mujer vestida de sol Señora mía Mujer nueva Reina del universo Dios te salve mujer bendita que ruegas por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte Amén.
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AGONIA 24 posturas 24 silencios 24 murmullos 24 palabras 24 besos numero dichoso que se encuentra en el brebaje del amor numero preciso numero exacto numero profundo numero vagabundo numero eterno 24 días 24 noches son las que estuve contigo 24 semanas 24 horas son las que tengo para olvidarte 24 segundos 24 caricias son las que tu me diste durante 24 tardes y 24 miradas No alargues agonías mujer No lo hagas No me regales 24 besos 24 posturas 24 murmullos 24 silencios No alargues agonías mujer No lo hagas No vez que estoy muriendo No vez que cada noche rezo por tus poros abiertos No alargues agonías mujer No lo hagas No vez que mi cabeza divaga No vez que mi cabeza anda de baga Mujer... ya no lo hagas Ya no me toques 24 veces antes de tomarme Ya no me eleves durante 24 olas antes de matarme Ya no me hables durante 24 años para poder olvidarte Ya no alargues agonías mujer
No lo hagas No vez que estoy muriendo
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LLUEVE EN ESTA CIUDAD GRIS y una línea me indica por donde debo caminar para no verte, para no encontrarte por casualidad. Imágenes vienen a mí y solo quiero escuchar el sonido hueco pero tranquilizador del mar, ese sonido que provocó aquella noche que yo te deseara más, ese sonido que fue como la arena para la iguana en la selva, para el amante solitario que solo le decía a su mujer: Muévete, muévete y seré naufrago ciego en tu vientre.
Ahora solo me digo amante solitario, arena, iguana y agua vagabunda que caminan sin sentir las llagas de sus pies y solo hablan de las llagas de sus manos que les salieron por amar demasiado aquel verano insospechado. Cada piedra y cada gota evaporada me hablan de tu piel plateada, cada susurro lastimante de los carros volátiles provocan en mi sino un tatuaje que forma lentamente tu figura, cada aventón en el metro de mil cuatrocientos cincuenta y ocho pasos deletrea tu nombre y consolida el ultimo beso en tu sillón sagrado...
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LA MISMA SECUENCIA me lleva al grito Actos repetidos repetidos actos actos repetidos repetidos actos actos repetidos La misma secuencia en diferente ritmo Camino giro la cabeza no llego a ninguna parte Continuo La giro de nuevo derecha izquierda No encuentro nada Sigo así Hay mas luz voy pero no llego camino jadeo Más luz Nací morí crecí puerta verde luz blanca hablo y cobarde parpadeo Símil pubis bello pecho Yo busco de un lado tu buscas del otro ¡Dios asexual? ¿arrobo! Senos descubiertos y falsos les descubro como a un escarabajo Línea en blanco punto suspendido coma soy 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 se acabó La de tus sueños soy porque no soy
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CUANDO CAMINO hacia el norte me encuentro con perros blancos, con hojas secas, flores negras, tierra caliente, muros y escaleras complejas que van al mar, mientras la angustia azulada provoca que la sombra hecha cantera, sola se encuentre en el cielo oscuro, y relámpagos intensos anuncien la llegada de la virgen fantasma que huele a muerte. Cuando camino hacia castillos con ventanas de vidrio me encuentro con bosques que huelen a polen, con zorros persuadidos por la estrella de Marte, con caracoles inocentes y llenos de miedo. Cuando camino rumbo a Madrid me topo con el azar del aire y con lo frió de los árboles que se prolonga hasta mis dientes, formándome en las manos escarcha rojiza. Cuando camino hacia el espejo, me encuentro con escaleras hondas y pozos que en vez de agua tienen sangre, con ataúdes nerviosos por tener serpientes como huéspedes y pájaros como velas. Cuando camino siguiendo la música de Asturias me encuentro con tus senos, con tus ojos, con tus piernas, con tus hombros que son mi universo y recuerdo tu voz hablándome de calma, de casualidad, de puertas, de aviones, de libros y de auroras. Recuerdo entonces que las noches comienzan cuando las brujas son pilotos y rompen la pasividad del cosmos.
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NO ESTABA LOCA, solo estaba enamorada. No estaba loca solamente estaba enamorada... que no estaba loca carajo... que simplemente estaba enamorada. Cada mañana antes de desayunar ella platicaba estar perdidamente enamorada. Lloraba sin que la luna desvelada la entendiera, reía incompleta entre sollozos, entre gritos largos y burdos mensajes de palomas grises. Ella se giraba por completo desde el campanario de sus sueños, velaba a la paloma desterrada, rezaba de memoria leperadas incompletas y murmuraba al oído de sus hijos lentos cuentos de dragones tuertos. Me corría de la sala para darse baños de aventuras imperfectas pero claras. Ella, que estaba enamorada continuamente se mojaba y brincaba de su cama. Continuamente se caía sin poner las manos, sólo la cara. Continuamente me besaba por las noches para salir corriendo gritando que me amaba. Cada media hora hidrataba su cara con agua salada, pero nunca, nunca gritó por completo su odio enmascarado. Nunca terminó su cuento inventariado por las hadas. Siempre se mostraba niña envuelta en costras secas y manchas blancas. Pedía limosna de aguacates dulces y papayas verdes. Decía estar dentro de burbujas de jabón y dormir sobre alfombras continuamente inhumanas. Ella, que muerde ante el movimiento brusco y el aliento seco, que rasguña el viento librándose del equilibrio falso de listones tensos. Ella, que huye con frecuencia del canto verde, que no soporta el bao incoherente e impuro, que sólo precisa el día de su encierro, que sólo acepta la indulgencia de sus pasos, que sólo recibe la claridad del sonido intenso y que no soporta a nadie de carne y hueso. Estaba loca y creía estar enamorada. Estaba solamente loca y creía estar enamorada... que estaba como pinche loca carajo y creía estar la muy pendeja, enamorada.
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El tiempo termina y tu sigues sin estar ahí, las cinco cuarenta y tu sigues sin llegar, la madre muere, un siglo acaba, las nubes van y vienen, la realidad se esfuma, el mar se evapora, un mundo muere, el azul te envuelve y yo supongo que sigues sin estar ahí. Miro a lo lejos el mar intenso de tu faz, Tu melancolía saluda mi espalda y me da palmadas en la cara, Disimulas tu latido, se estremece tu poema y llenas el espacio vital del invencible viento. El tiempo termina y tu sigues sin estar ahí.
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Musa: Dicen que no existe, Inspiración: Dicen que si le llamo no viene, Altísima señora: Le pido tan sólo un murmullo, De esos que dicen que obsequia junto con metáforas moribundas. Doncella: Canto le pido, Poesía le suplico. Dueña: Mi dueña, mi Ángel, Como tributo le doy mi costilla. Diosa: Creadora de paraísos, No me destierre nuevamente, Usted me conoce. Eva es mi nombre y matrona me dicen.
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DUEÑA TE DICEN matrona te llaman Emblema de mi piel te haz convertido Colibrí que me invita a volar sin retroceso Agua distancia visiones sonámbulas Loba pantera camaleónica Aroma persistente bramido intenso Minotauro perfecto oleaje profético Plegaria nocturna tormenta sospechosa Con mesura descifro tu figura: alegoría continua en mi pecho descubierto Disuelta te encuentro al enredar mis ramas en tu jornada Proféticamente dispuesta te hallas a mi presurosa ofrenda Realizada está ya la fantasía de saberte a cuestas de cubrirte con mi sangre nueva de irme a pique serenamente en tu rocío impregnado como huella en mi parcela Realizado está ya el presagio de tenerte cautiva: fruto instantáneo de un beso Cauce pensativo cuenca floreciente Distancia evidentemente perturbada por sepulturas detalladas Nodriza exacta para mis cejas pobladas Soledad convertida en murmullo delirante Virgen Mala compañía prohibida fruta Epidemia ruidosa columpio contagioso Extrovertida oscuridad Sol avergonzado Dama Dama Poupée Verano recostado en mi amante luna solitaria Casino vacío jugando con mi cuerpo Treceavo tatuaje compartido en mi pupila No quiero llegar a mañana sólo quiero devorarte manzana Princesa Princesa quimérica que devoras mi lengua salada Callejón iluminado y sin salida son tus brazos caídos de mi cama Notario que marcas la hora de mi despedida con tu beso envenenado Delicia como berbiquí en mi solemne badana Humedeces tímidamente la flor devota que yace en mi desierto olvidado Sirena africana sirena mulata sirena nativa Percibes decretos señalados de placer en restos de un episodio inagotable Nube invitada a naufragar en esta peña tímidamente presurosa Credo Pergamino tallado que te quedas como gacela triunfante después de conquistar mi arrollo Doncella que percibes el escándalo majestuoso del existir ligero y cambiante Barbarie es la que tu haz hecho al embarcarte en mi pecho Elixir del fondo delicado de tu instinto Llama eterna e infinito dogma babélicamente impetuoso Ninfa que entiendes la caricia como sublime fiesta y purificante Tributo canto te ofrezco esta vigilia Aya vagabunda que entretejes caóticamente mi universo vehemente con tu locura perpetua Entrega te hago de este aire que tararean las palomas en tu eclipse no deseado Diosa delirante te ofrezco así mi solemne liturgia y mi rezo abandonado bajo sombras aromáticas y exhalaciones devotas de tu alma Te ruego hada que cuides de mi presurosa exaltación por conquistar tu cosmopolita hemisferio Te suplico que tomes mi lecho cuando hayas consumido este agotado abismo que fue vigilante inoportuno de tu bello cuerpo Centinela fui Palmera y golondrina soy ahora que sueñas conmigo ahora que me haz tomado Diosa milenaria para no devolver mi esencia a las voces que vuelan allá en la tierra Ahora que me haz tomado Diosa Diosa poupée Planeo remonto me elevo surco revoloteo me deslizo desciendo corro troto me apresuro acelero estallo reviento exploto salto me desintegro.
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HABLAR DE TU CUELLO, faltó hablar de tu cuello, en el cual moriría besando, oliendo. Tus hombros que me invitan a calmar mis ansias, mi cólera, mi fatiga, los mismos que me invitan después bajar a tu pecho hasta llegar a tus senos y de ahí llegar a tu ombligo, a tu abdomen iluminado por luciérnagas e invadido por olores cálidos. Tampoco hablé de lo que une tus brazos y tus piernas, tus codos y rodillas, tus pantorrillas enloquecen mis pupilas cuando se endurecen, tus ojos, ah tus ojos siempre abiertos, sublimes y calmados, pero ardientes e insistentes cuando el deseo se empodera de su color claro y tierno.
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jueves, 11 de noviembre de 2010
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